Una de las ilusiones más grandes de la mayoría de las mujeres es ser mamá; por eso, cuando llega el momento de hacernos una prueba de embarazo, temblamos, no tenemos ganas de ir al baño, sudamos y esos 2 o 3 minutos de espera parecen una eternidad. ¡Por fin!, empiezan a dibujarse esas dos rayitas tan anheladas, tan deseadas, tan buscadas, están ahí, en frente de tus ojos, no lo puedes creer y no sabes si gritar, llorar de alegría, reír, llamar primero a tu esposo o a tu mama.
En ese instante ya está empezando la aventura dentro de tu cuerpo, tus hormonas empiezan a enloquecer, te da más hambre de lo normal, sientes acidez constante, cansancio extremo, lloras y lloras, sientes que nadie te entiende y para colmo quieres dormir dos días seguidos y tu pobre esposo tiene que lidiar con todo esto que estas sintiendo, él no alcanza a entender todo lo que está sucediendo dentro de ti, pero, aun así, te frota los pies, te lleva la comida que más deseas en ese momento, así sean las 12 de la noche, te llama mil veces al día, te sostiene el cabello cuando estás vomitando y luego te vuelve a llevar la comida que más quieres.
Van pasando los meses y te sientes como un globo a punto de explotar, los pies cada vez se hinchan más, respiras con mayor dificultad, al punto que quisieras un tanque de oxígeno para poder caminar de la cocina a la sala, en las noches ya no puedes dormir en ninguna posición cómodamente, te estorba la sabana porque el calor es insoportable y miras a tu esposo con rabia y envidia porque él duerme plácidamente.
Pero no todo puede ser malo, ¿cómo va a ser malo gestar una vida dentro de nosotras?, ojo a estos datos si eres primeriza: no tienen que hacer fila en ninguna parte y les llevan silla y agua, pueden parquear el carro en los espacios más grandes en los centros comerciales, sin importar la fila inmensa que haya, les ceden el paso en las escaleras eléctricas, ascensores, les abren las puertas, todo mundo las mira con ojos de ternura y amor. En sus casas son las reinas literales, es palabra de Dios lo que digan, no importa si quieren repetir almuerzo 3 veces, nadie les va a decir nada, si quieren dormir todo el fin de semana, nadie les va a llevar la contraria.
Y de repente, sientes que la pancita se endurece y luego ya no, se endurece y luego ya no, ¡sí¡ son contracciones, muchas alcanzarán a hacer la maleta, otras no y, tienen que hacerla como puedan y tratando de no olvidar nada de esta lista: pañales, pañitos húmedos, crema anti pañalitis, piyamita para el bebé, gorrito, tetero, no sabes si tu bebé se pegue fácil al seno, ropita para sacarlo de la clínica, cobijita, chupo, si lo desean. Pero la mamá también tiene que llevar unas cosas específicas: pañales post parto o toallas post parto, brasier materno, piyama, pantuflas, interiores, ropa materna, aunque hayas tenido a tu bebé, seguirás necesitando ropa materna unos días más, mientras tu cuerpo empieza a recobrar su forma y ritmo, crema de dientes, cepillo de dientes.
Llega el momento esperado, ya te sientes confundida y con temor, es normal, te pasan miles de pensamientos por tu cabeza, sientes que olvidaste empacar algo, revisas de nuevo, echas más ropa, por si las moscas, caminas de un lado a otro, tu familia intenta calmarte, respira así: “toma aire por la nariz y lo sueltas lentamente por la boca, recuerda el curso”, pero, en ese momento llega una contracción que hace que el curso se te olvide y respires más rápido de lo normal, aprietas fuerte la mano de tu esposo, al punto de fracturarla, vuelves y respiras, llega otra contracción, gritas, te sientas y, de repente han pasado varias horas y estas en dilatación 8, el médico te dice: “vamos, es el momento”, ahora sí, estas a unos minutos de conocer a tu hermoso bebé, de sentirlo, olerlo, acariciarlo, besarlo, examinarlo, volverlo a besar.
Ahora, ya eres madre, tienes un ser que depende de ti 100% y que te llenará de felicidad y amor… Ahora, iniciaste la hermosa aventura de ser mamá, ahora ha nacido una nueva mamá.
Bienvenidas a esta aventura…
Por Catalina Echeverry
0 comentarios